Dichas situaciones llaman a una profunda reflexión y crítica pero no la suficiente para que nos roben la posibilidad de disfrutar del fútbol. Muy lejos de los 520 millones de dólares que demandó el Argentina ‘78 cívico-militar. El escepticismo y deseos de boicot en cientos de miles tiene argumentos razonables: al menos 6,500 trabajadores perdieron la vida al construir los estadios mundialistas en condiciones infrahumanas; y los costos en inversión qatarí fueron de unos 200.000 millones de dólares en un planeta postpandémico, con una guerra intra-europea, y ad portas de una recesión.